En una casa de niños Montessori, el espacio está pensado con mucho cariño y respeto por la individualidad de cada pequeño. Es un lugar cálido, acogedor y lleno de detalles que invitan a la exploración y al aprendizaje autónomo, basado en los periodos sensibles. Los materiales científicos están dispuestos de manera ordenada y accesible, permitiendo que los niños puedan elegir sus actividades y trabajar a su propio ritmo, fomentando así su independencia, confianza, así como inicio y cierre de una actividad.
La atmósfera es tranquila y respetuosa, donde cada niño se siente valorado y escuchado. La guía actúa como una acompañante, observando atentamente y ofreciendo apoyo cuando es necesario, pero dejando que los niños descubran, experimenten y aprendan por sí mismos. En este entorno, se promueve la colaboración, la empatía y el cuidado mutuo, creando una comunidad en la que todos se sienten seguros y motivados a crecer en armonía.
Es un espacio que celebra la curiosidad natural de los niños, ayudándolos a desarrollar habilidades prácticas, sociales, de pensamiento y emocionales, en un ambiente que respeta su ritmo y su individualidad, y que fomenta un amor genuino por el aprendizaje y por la vida en comunidad.
“Cuando un niño se siente seguro de sí mismo, deja entonces de buscar la aprobación de los adultos a cada paso.” M.M.
